Hoy es el día de Navarra, tierra brava y noble, siempre fiel. 3 de diciembre. Un día para, recordando lo vivido, analizar el presente y soñar el futuro.
Navarra tiene por blasón la vieja ley tradicional dice el himno siguiendo la melodía que sonaba en el claustro de la catedral de Pamplona cuando las y los miembros de las Cortes de Navarra asistían a las asambleas. He aquí, nuestra foralidad, vestigio de nuestra perdida soberanía. El Amejoramiento Foral y las instituciones resultantes han sido para nosotras una pasión insatisfecha; pero son un claro exponente del ansia de este país por ser dueño de su propio futuro y dotarse de estructura propia. Los restos de un proceso de institucionalización de todos los territorios vascos y de una cultura propia.
Nuestra lengua, el euskera, es el elemento central de Navarra y de la identidad navarra. Porque, quiéran verlo o no, nuestro territorio es plural.
Queremos que Navarra sea un pueblo de alma libre, el hogar de personas libres. Por tanto, es imprescindible que todas y todos los que aquí vivimos y trabajamos alcancemos las herramientas para construir un modelo de sociedad justo, para que, sin exclusiones, consideremos realmente la diversidad como riqueza y seamos capaces de responder a las necesidades de la ciudadanía.
Por eso, proclamemos juntos, juntas, hoy y mañana. Porque Navarra es sujeto político propio, porque el futuro de Navarra lo tiene que soñar, decidir y construir la ciudadanía navarra.
Así que en cordial unión, con leal tesón trabajemos, hermanados y hermanadas. Para avanzar desde nuestra propia realidad, en este mundo que camina hacia el autoritarismo y la extrema derecha, y poder responder a los grandes retos de futuro desde nuestra realidad social, cultural y económica.
En definitiva, decidamos definitivamente cómo queremos que sean nuestra vida y nuestro futuro. Para ello, debemos traer a la actualidad la foralidad y adquirir un mayor autogobierno y soberanía, reconociendo y respetando la voluntad y la capacidad de la ciudadanía navarra, sin injerencias, trabas o imposiciones de nadie.
Después de más de 500 años dominada por decisiones que se han tomado desde fuera, con un afán de herramientas propias y de capacidad, Navarra sigue en pie con hambre de soberanía.